Parafraseando a mi primo Jose, el pasado finde 15 y 16, cambiamos los rincones del alto Mijares por los del alto Tajo. Yo sigo erre que erre con mis manías sobre la felicidad versus lo material, pero tener un grupo de amig@s con los que compartir días como esos en un entorno tan lleno de vida como el parque natural del alto Tajo, es sin duda algo que te aporta tanta energía que podrías iluminar París durante 1789 años, o más. Rincones como la sima de Alcorón, el salto de Poveda, la laguna del Tobar, la mina romana de la Cueva del Hierro y el río y sus hoces nos han alegrado la vista y el espíritu. Si además le añades la hospitalidad y cariño de personas como Inocente y Obdulia no hace falta mucho más para ser feliz, algo que a Cristiano Ronaldo le costaría entender.
Un abrazo